domingo, 22 de febrero de 2015

Formas







Texturas













Bandeja de flores



       
                                                              Trollius europaeus L.


Arnica montana L.


Pulsatilla alpina subsp. apiifolia (Scop.) Nyman


Aethionema thomasianum J. Gay


Cirsium helenoides (L.) Hill


Rhododendron hirsutum




Sempervivum montanum

Phyteuma orbiculare




jueves, 26 de julio de 2012

Impresiones sobre el valle de Aosta

Descubrir el paisaje oculto que muestran los topónimos es una curiosidad que me asalta siempre que trato de entender e interiorizar un territorio. Etérmino Alpes tanto en su origen latino albus, como en el celta alb, significa blanco. Además, según la mitología germana, alp es un espíritu aéreo que vivía en la cumbre de las montañas. La imagen del color se completa con la presencia de su cumbre más conocida: Mont Blanc, para franceses y suizos o Monte Bianco en su vertiente italiana.

Vistos desde el espacio, se aprecian tanto la blancura como la extensión de esta cordillera montañosa.

De una manera esquemática se puede decir que la formación de esta cordillera comienza en el Cenozoico, durante la orogenia alpina, momento en el que la placa africana y el subcontinente indio se desplazan hacia el norte y chocan contra la placa de Eurasia. El pinzamiento de los sedimentos depositados en el geosinclinal del mar de Tetis, se traduce en un plegamiento de las rocas sedimentarias y con frecuencia en la ruptura y adaptación de las rocas del borde del continente.

Como consecuencia de estas deformaciones afloran unos relieves muy elevados superpuestos al material continental, que se ve sometido a nuevas condiciones de temperatura y de presión y origina un metamorfismo general que modifica completamente sus características físico-químicas.

Bajo estas presiones se formaron, entre otras, el Atlas, Rif, Béticas, Cordillera Cantábrica, Pirineos, Alpes, Apeninos, Alpes Dináricos, Cárpatos, Balcanes, Taurus, Elbruz y la Cordillera del Himalaya.



Espero que esta breve síntesis acerca del origen de la cordillera alpina sirva como introducción a la comprensión de esta zona, porque no es la intención de este blog el buscar explicaciones  geomorfológicas ni copiar lo dicho por profesores o expertos sobre esta u otras materias. Mi objetivo es contar lo que me sugieren estos paisajes, lo que soy capaz de descubrir en ellos y cómo los hemos sentido y nos hemos  sentido al caminar por ellos.

Desde hace varios años nuestro destino de montaña ha sido los Alpes. Los últimos veranos, y por azar, elegimos caminar por el Valle de Aosta, en concreto a lo largo de la Alta Vía 1.

Este valle está ubicado en el sector occidental de los Alpes, en una zona estratégica por su proximidad a las fronteras con Francia y Suiza. En nuestras múltiples idas y venidas desde Milan y Turín, se ha ido configurando la imagen mental de este entorno como una enorme fosa tectónica circundada por las cimas más altas de Europa: Monti Bianco (4.810 mts), Cervino (4.478 mts), Monte Rosa (4.638 mts.)  y Gran Paradiso (4.061) y atravesada por el río Dora Baltea, uno de los afluentes más importantes del Po.




Que sea una fosa tectónica es algo fácil de ver, que además sea de carácter distensivo es una de mis primeras impresiones sobre la zona y seguro que no es acertada; no obstante, lo que si resulta evidente, incluso desde el autobús, es que este valle central está fracturado o compartimentado perpendicularmente por trece valles laterales excavados por la acción erosiva de ríos, glaciares y torrentes que aprovechan la presencia de fallas, ¿distensivas?, para modelar el paisaje.

¿Cómo son estos valles laterales? ¿Dónde hemos visto esta supuesta distensión? 

Lejos de los interrogantes geomorfológicos, voy a tratar de dejarme llevar y disfrutar del placer de caminar por la montaña.